lunes, 8 de junio de 2015

De castigos, consecuencias y lecciones vitales.



Voy a hacer una entrada breve, muy breve (o voy a intentarlo, que nunca se me ha dado bien lo de ser breve) sobre lo que mi hijo mayor, Hugo (4 años y medio), y yo hemos hecho este fin de semana. Pero antes os voy a contar lo que nos pasó la semana pasada:

Mi hija pequeña, Aine, (1 año y medio) encontró una bolsa llena de zapatitos que heredamos de nuestra primita y que íbamos a devolverle. Y, claro, como cualquier bebé que encuentra una bolsa llena de cosas, sacó todas las cosas de la bolsa. ¿Para qué, si no, iban a estar ahí? Y Hugo se sumó a la fiesta: agarró un zapato amarillo, le quitó el lazo y le pareció muy divertido deshacerlo en un millón de hilos, bailando a lo loco por el pasillo. El pobre, claro, no lo hizo con mala intención... Sólo le pareció divertido en el momento y no se paró a pensar en lo que hacía.

Le expliqué que el zapato que había roto era de su prima Leire, que teníamos que devolvérselos y que ahora no podíamos porque estaban rotos, y que teníamos que reponerlos. Así que empezamos a pensar qué podríamos hacer. Hugo quería trabajar "en el ordenador como mamá" para ganar dinero para los zapatos, pero no terminábamos de ver cómo hacerlo. Así que le dimos un par de vueltas hasta que se nos ocurrió... ¡Pulseras! Nuestra idea ha tenido que esperar hasta el fin de semana :)


El viernes Hugo y yo pasamos un buen rato por la tarde haciendo pulseras con trapillo que teníamos por casa y unas cuentas chulas. Nuestro plan era hacer 20 ó 30 pulseras y venderlas luego por 1€. No nos llevó mucho tiempo, pero fue divertido pensar las pulseras entre los dos y llevarlas a cabo. Al final, les pusimos nudo corredizo para que le sirvieran a todo el mundo, y las cortamos todas con el mismo largo... Más o menos!! xD




Cuando hicimos la primera, vimos que el resultado quedaba mucho más bonito de lo que esperábamos!! Habíamos conseguido hacer unas pulseras que DE VERDAD valían un euro ^_^




El sábado por la tarde eran las fiestas de nuestro barrio. ¡Había que aprovechar! Planeamos qué llevar para nuestro puesto. Queríamos llevar nuestra tiendita de cartón de Ikea, pero había llovido y la hierba estaba mojada, así que descartamos. En su lugar llevamos una cajita de plástico plegable que compramos hace meses en Leroy Merlin. Hugo escribió un cartel de "Pulseras 1€" y yo escribí un pequeño cartel explicativo. También llevamos nuestro tarro lleno de pulseras y, of course, la caja registradora :D Tengo que decir que Hugo fue SÚPER profesional. Cuando veía que alguien se acercaba se ponía detrás de nuestra cajita en pose de "empresario serio con bigote" y, con todo lo tímido que él es, atendía a las mil maravillas. Le explicaba a todo el mundo que el nudo era corredizo y daba las gracias siempre que le compraban una pulsera. Esto de la vena comercial debe venirle en los genes, jajajaja.

Nada más llegar al prao, se nos acerca un reportero de La Nueva España que nos hace una foto para el periódico y, encima, nos compra una pulsera. También me pidió que le dejara hacer una foto al cartel, porque "si no, cuando cuente esto en la redacción no me van a creer" :D





El domingo por la mañana hicimos ídem, pero esta vez en la playa de San Lorenzo, aprovechando que hacía solete :)

Fue un fifty-fifty atender el puesto / jugar con la arena. Lo pasamos bien y vendimos alguna pulsera más, aunque las que vendimos fue después de que Hugo decidiera que era mejor cambiar de sitio nuestra cajita y ponernos en el muro en lugar de en la arena. Debe ser que "la gente que va en bañador no tiene dónde llevar el dinero" x'D 





Al final fue buena idea cambiarnos de sitio. Y nuestro primer cliente nos dijo que nuestro puesto era "lo más original que había visto en su vida". Aunque a Hugo le importó poco, porque estaba muy concentrado contando las monedas de céntimo con que el buen señor le había pagado.




Y estamos a lunes, hemos cumplido nuestra misión y, lo más importante de todo, es que hemos aprendido una lección muy valiosa a través del juego. Yo no sé si a vosotras/os también os pasa. Bueno, en realidad sí que lo sé: también os pasa. Mucha gente cree que educar con respeto es lo mismo que educar sin límites, que educar sin castigos es lo mismo que educar sin consecuencias. Y yo digo que no. Y este me parece un ejemplo muy ilustrativo.

EDUCANDO CON CASTIGOS, EL NIÑO NO APRENDE UN VALOR: APRENDE A TEMER EL CASTIGO. 

Tal vez deje de hacer la acción/conducta que no deseamos (o tal vez no), pero no porque adquiere el aprendizaje que deseamos, el valor intrínseco que buscamos, sino por temor al castigo que vendrá. De este modo, la consecuencia no es el aprendizaje, sino el castigo. Y, previsiblemente, tan pronto aprenda a hacerlo a escondidas, sabrá que puede evitar el castigo, dejará de temerlo y lo hará de todas formas.

SE PUEDEN ENSEÑAR CONSECUENCIAS SIN CASTIGOS, A TRAVÉS DEL JUEGO Y LA EXPERIMENTACIÓN.

Así le enseñamos una consecuencia LÓGICA y REAL -en el mundo real, si le rompes, por ejemplo, el coche a un amigo, lo que haces es pagarle la reparación, no encerrarte en tu habitación la tarde entera, o dejar de ver la tele dos semanas-. Y no sólo se lo enseñamos de verdad, de una forma que pueda entender el VALOR de sus actos e INTERIORIZAR esa consecuencia, sino que, además, se lo enseñamos de una forma divertida y experimental y compartimos con ellos un tiempo importante haciendo algo diferente y original. Y, ya de paso, le estamos enseñando a ser creativo y a BUSCAR SOLUCIONES a sus problemas.

Pasado el fin de semana, Hugo tiene en su tarro de monedas treinta y dos euros para comprarle a su prima "unos zapatos dorados", y entiende perfectamente que ha hecho algo que no está bien y le entristece realmente haber roto los zapatos de su prima. Lo que aún no sabe es que su prima nos perdona y se va a poder gastar el dinero en lo que él quiera. Yo vaticino que será el camión de bomberos de LEGO que hace meses que mira embobado cada vez que vamos a comprar al Carrefour. Aunque, conociendo a mi hijo como lo conozco, no descarto que, pese a todo, le quiera comprar a su prima los zapatos.





4 comentarios:

  1. Genial historia, no me extraña que el reportero quisiera sacar una foto al cartel con la explicación! Yo admito que muchas veces me falta imaginación para buscar consecuencias a los actos "no deseados" de la patita, más ahora que esta en fase retadora haciendo justo lo que le dices que no haga! jeje!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias guapa! La verdad eseque yo creo que todo tiene un momento. A mí esto quizá n se me habría ocurrido hace un año, tal vez porque hace un año Hugo aún no habría asimilado este juego igual que ahora. Por otro lado, quizá precisamente por eso también es importante que relativicemos sus actos, y recordemos que siempre van a tener tiempo de aprender

      Eliminar
  2. Estupendo ejemplo de cómo hacer las cosas de otra manera. :) Otra idea más para servir como inspiración en el futuro ^^ Y sí, por favor, cuéntanos cómo termina todo! :)

    ResponderEliminar