viernes, 17 de agosto de 2012

Sí Pero, Sí Porque.


      ¿Os acordáis de "Al Salir de Clase"? No digáis que no, viciosillas, que quien más quien menos todas habéis llevado un póster Súper-Pop de Íñigo pegado a la carpeta... (Y luego estaban las desviadas, como yo, que llevábamos a Víctor Clavijo... Ay...). Bueno, a lo que iba: que recuerdo yo un capítulo en el que a una chica "alternativa" (o lo que podía considerarse alternativa en semejante contexto) le echaban en cara que no participase en una acción feminista, o algo por el estilo, y ella respondía tajante:

- Me niego a luchar contra ello. Luchar contra algo es admitir su existencia.

Pues no sé hasta qué punto será verdad o no, o hasta qué punto llevo esa máxima a la práctica o no en mi vida en general, pero lo cierto es que más de una vez desde entonces (y no es que haga poco tiempo, hemos crecido os guste o no) me he acordado de ella. Y aquí es donde yo quería llegar. En lo que caí el otro día del modo más tonto...

Estábamos en una terracita y Hugo, que con sus 21 meses llevaba todo el día de piscina en piscina sin recordar que mamá tiene tetas, se pilló los dedos entre dos sillas. Se hizo daño de verdad, llamó a mamá y pidió teta. Cuando lo puse al pecho una chica que estaba sentada en nuestra mesa, pero a la que no conocía de nada, comentó por lo bajini que le daba vergüenza que yo estuviera haciendo "eso". Otra chica, esta ya de más de confianza, se interesó por lo que acababa de pasar y preguntó si el peque solía pedir teta cuando se hacía pupa. Y mi hermano, pro-lactancia a más no poder y sintiéndose orgulloso, dio una explicación a la mesa entera:

- Sí, porque es lo que mejor lo calma. Siempre que se hace daño va a la madre y le pide teta, así se le pasan todos los males.

Y entonces ¡paf! Se encendió el piloto de Alerta-Duda. ¿Por qué está dando explicaciones, si no estamos haciendo nada malo? Y entonces ¡bis de paf! Coño, ¡si yo también lo hago! Me vi a mí misma, y a muchas mamás conocidas, respondiendo un montón de veces a la pregunta de "¿todavía toma pecho?" (y similares) con un "Sí, porque es lo que más le alimenta", "Sí, porque nos encanta", "Sí, porque es lo que mejor le calma", "Sí, porque", "Sí, porque"... Y, lo que es peor, "Sí, pero...". "Sí, pero cada vez menos", "Sí, pero sólo para dormir", "Sí, pero", "Sí, pero"... Sí, ¿pero qué? ¿Por qué hacemos eso?

- ¿Bebes?
- Sí, pero sólo los fines de semana.
- ¿Fumas?
- Sí, porque me relaja un montón.
- ¿Todavía das el pecho?
- Sí, pero ya sólo para dormir.

Aquí hay algo que está fuera de sitio. No es un vicio, no es una droga ni es algo obsceno, no es nada de lo que avergonzarse. Es lo normal, lo natural, lo que debería ser la norma establecida. Nadie te pregunta si respiras y, si lo hiciera, pondrías cara de incredulidad por tener que responder a una gilipollez calibre veintitrés y dirías "". Como mucho un "Sí, claro", y no te sentirías incómoda por seguir respirando después. ¡Menudas tonterías tiene la gente! Entonces, ¿por qué seguimos sintiéndonos empujadas a dar una explicación por estar dando cuerda a lo poco que nos queda de natural y de humano-mamífero? ¿No colaboraremos, con ello, a perpetuar la creencia de que la lactancia materna es "lo raro" ya que debe ser excusado? A fin de cuentas, las explicaciones, como me dijo una amiga, los amigos no las necesitan, los enemigos no las creen y los estúpidos no las entienden...

Mira, creo que voy a hacer la prueba. A partir de ahora, mi se queda solo.