martes, 28 de mayo de 2013

Ocho



Ni una gota de leche. Sabía que podía pasar, pero… No te lo voy a ocultar. No se lo voy a ocultar a nadie: estoy triste, muy triste.

Tengo mucho miedo. No estoy preparada para esto. No me siento nutritiva. No me siento tierra. No me siento nada. Mis fuentes, mis hermosos manantiales, se han secado  y me asusta horriblemente pensar que tu hermano se pueda destetar. No imaginas, nadie imagina, cuantísimo deseo que a pesar de ello tu hermano siga queriendo su amada teta…  No estoy preparada para abandonar esto. No estoy preparada para romper este lazo. No estoy preparada para no regalarnos (a los tres) nuestro tándem. Me apetece llorar y, por supuesto, he llorado.

“Y qué más da. Ya le has dado mucho tiempo”. No dejes que nadie, ni siquiera yo, te diga nunca por qué has o no has de llorar. Muchas veces, muchas personas, no entienden sus propios sentimientos. No esperes que entiendan los tuyos. Tus lágrimas, mi cielo, siempre serán tuyas. Haz con ellas lo que te plazca.



No hay comentarios:

Publicar un comentario