Dicen que Dios hizo el mundo en seis días, y el séptimo
descansó. Eso demuestra que Dios no tenía hijos.
Si Dios hubiera tenido hijos el séptimo día habría podido
hacer cualquier cosa, pero descansar no. Habría ido al parque a pasar la tarde
y se habría comido un helado de tres pisos. Habría jugado a los trenes y
pintado con los dedos. Habría hecho galletas y se habría pasado una hora entera
limpiando harina. Habría hecho un fuerte con cajas viejas, reparado las ruedas
rotas de mil coches de juguete y se habría convertido en súper héroe saltando
desde el sofá.
Si Dios hubiera tenido hijos, no habría tardado seis días:
habría tardado al menos cien. Porque tendría que haber explicado pacientemente
por qué aquí va un río y aquí toca una montaña. Por qué hay olas en el mar y no
puede haberlas en las piedras. Habría tenido que hacer pausas para untar pan
con chocolate, besar golpes en la cabeza y curar pupas en las rodillas. Habría
tenido que limpiar la leche que se derramó en el suelo y habría recolocado los
continentes una y otra y otra vez. Se habría quedado embobado tarde tras tarde,
sólo mirando sus caritas de ángel mientras duermen la siesta. Esperando -¡inocente!- que duerman cinco minutos más para poder ducharse tranquilo.
Si Dios hubiera tenido hijos… El mundo le habría quedado
mucho mejor.
Las cebras serían blancas y negras, moradas y verdes, rojas
y azules. Las jirafas tendrían manchitas con forma de triángulo, diamante y
corazón. Los hipopótamos estarían rellenos de caramelos y las vacas darían
leche de todos los sabores.
No todos los ríos irían hacia abajo: algunos irían hacia
arriba o incluso de lado. Algunos irían en círculos para poder jugar a
marearse. Algunos serían de chocolate. No haría falta excavar túneles en las
montañas para poder pasar: bastaría con pedirles educadamente que se apartaran.
Podría nevar y hacer sol al mismo tiempo. Las nubes se podrían comer. El aire
nos haría volar sólo con abrir los brazos. Podríamos caminar sobre el arcoíris.
Si Dios hubiera tenido hijos, no sería el Planeta Azul,
sería el Planeta Colorín. El agua no sería toda azul: sería una acuarela
siempre cambiante, porque todos los peces que viven en ella irían dejando un
rastro de color tras de sí al nadar. Los árboles que funcionan con clorofila
serían verdes, pero habría árboles blancos que funcionan con estrellas, y
árboles azules que funcionan con plastilina… Y aquellos de allí, aquellos rosas
tan bonitos… Esos, funcionan con el pintalabios de mamá. Ese que lleva tanto
tiempo en un cajón.
Si Dios hubiera tenido hijos, habría menos plástico y más
madera. Menos deberes y más escondites. Menos relojes y más tiempo.
Si Dios hubiera tenido hijos, habría más niños felices y
menos adultos tristes.
Sí… Dicen que Dios hizo el mundo en sólo seis días, y el
séptimo pudo descansar… Pero ojalá hubiera tenido hijos.
Me ha encantado!! un besote muy gordo ;-)
ResponderEliminarGracias Tamara! Un abrazo :*
EliminarJooo que bonito! Me encanta!!
ResponderEliminarMuchas gracias Tami ^^
Eliminar¡Qué bonito! Un besazo.
ResponderEliminarGracias guapa :)
EliminarMuy buenas! Aquí una nueva fan incondicional de este blog cargado de palabras bonitas y mensajes valiosos!
ResponderEliminarAy, ojalá Dios hubiera tenido hijos!
Besos de una mami más!
Un beso enorme, Eva! Gracias por estar aquí <3
EliminarEntiendo el espíritu de lo escrito...
ResponderEliminarLástima que no conozcas a Dios =C. (Puedes afirmar de lo que conoces, no de lo que no conoces)
si quisieras reconocerle como Padre, te darías cuenta que Él es algo mejor de lo que a ti te gustaría, algo mucho mejor de lo que que describiste
Te lo escribo con mucho respeto y cariño,
Marcela